Las 8
claves para estar bien con uno mismo
Estar bien con uno mismo es una búsqueda que, para algunas
personas, lleva toda la vida. Desde el instante mismo en que somos concebidos,
comenzamos a ser destinatarios de expectativas, creencias, valores, normas,
planes, sueños, frustraciones, resentimientos, traumas y etc., etc., etc. de
los demás y en particular de nuestros padres. Y ahí comienza un doloroso
proceso de desnaturalización y adaptación.
¡Los seres humanos somos capaces de increíbles sacrificios con tal de
sentirnos aceptados y amados! Las consecuencias de ese proceso se
manifiestan con el tiempo, en formas diversas de malestar, insatisfacción,
ausencia de sentido, depresión e incomodidad con uno mismo. Y esto es algo constantemente
presente en la consulta, aunque a veces la persona me asegura que lo que le
interesa es analizar en su Carta Natal cómo está planteado su matrimonio o
cuáles son sus perspectivas profesionales. Y si bien estos dos puntos -y otros-
son muy importantes, generalmente lo que subyace a ellos es el malestar consigo
mismo. Y ese es el punto del que conviene ocuparnos si lo que queremos es
disfrutar de una vida feliz porque,
de lo contrario, actuamos como el sanitario que pone un parche en un punto en
que el caño pierde agua, sólo para tener que tapar otro al poco tiempo y una
vez tapado también este, observar cómo aparece otro y otro y otro y...
¡Cuando estamos en el fondo, la única alternativa válida es comenzar a
ascender! ¿Y qué es tocar fondo? Es la clara sensación de que estamos
hartos, de que ya no queremos "más de lo mismo", de que sólo queremos
estar-vernos-sentirnos totalmente bien y en paz con nosotros mismos y el mundo.
En mi práctica de la Psico-astrología
(síntesis de las modalidades "predictiva"
y "terapéutica"), el primer paso es observar en la Carta Natal las
características del "tiempo personal" que la persona está viviendo.
Eso nos da las primeras pautas sobre si es su tiempo adecuado para comenzar un
proceso de transformación. El segundo paso es recurrir a técnicas de cambio
provenientes -en mi caso- de la Terapia Gestáltica , la PNL y
el muy rápido y efectivo E.F.T. o Tapping, siempre apoyándome en la
invalorable información emanada de la Carta Natal. Pero veamos ahora cuáles son, en mi
opinión,
Las 8
claves del cambio que nos permiten sentirnos totalmente bien con nosotros
mismos y rescatar al Ser que
verdaderamente somos. Estas claves las descubrí a través de la obra de Claudio Naranjo -un destacadísimo
terapeuta gestáltico- y me tomé la libertad de modificarlas y ordenarlas en
función de mi propia experiencia como astrólogo y terapeuta.
Con la esperanza de que te sean útiles, aquí van:
El presente simplemente se nos pasa y recién contactamos con él
cuando se convierte en pasado. Ese rebobinar continuo del pasado es algo no
sólo tóxico sino completamente inútil, porque lo único cierto respecto al
pasado es que ya pasó y por mucho que hagamos, no tenemos cómo volver a él ni
modificar nada. Lo adecuado es tenerlo como una valiosa referencia para nuestro
aprendizaje. Y nada más.
Y el proyectarnos hacia el futuro también es tóxico porque nos hace
vivir en función de algo imaginario e irreal, puesto que aún no existe. Las
personas que se proyectan mucho hacia el futuro suelen tener dificultades para
disfrutar el presente. Son las que, mientras están cenando en vez de saborear
lo que comen, piensan en lo que podrían almorzar al día siguiente. ¡Y por
supuesto que en el siguiente almuerzo, se la pasarán pensando en la cena de ese
día! ¿Qué podemos hacer, entonces? Apoyarnos muy firmemente en este momento, pues es lo único que
realmente existe y se trata del único tiempo en el cual disponemos del poder de
experimentar, sentir, hacer, elegir y decidir. Suelo proporcionarle a mis
consultantes algunas sencillas y altamente efectivas técnicas de meditación que
les ayudan a centrarse en el "ahora"
y los resultados suelen ser notorias disminuciones de la ansiedad e
insatisfacción. La razón de recurrir a técnicas, es que al "mono saltarín"
que tenemos en la mente no es posible calmarlo sólo con buenas intenciones.
Clave
Nº 2: Vive "aquí". Relaciónate con lo que está presente y no con lo
ausente. Hace un tiempo me consultó alguien a quien llamaremos Ana. Al
analizar su Carta Natal noté que estaba viviendo un momento de confusión
respecto a su matrimonio, se lo comenté y me lo confirmó manifestándome que eso
estaba produciéndole una intensa angustia. Me preguntó si astrológicamente era
posible descubrir la causa y luego de focalizarme en esa área de su vida le
dije que en mi opinión la causa era su dificultad para estar presente en la
relación sexual. Me miró asombrada y me dijo que cuando estaba haciendo el amor
con su esposo sus pensamientos comenzaban a divagar y se ponía a pensar en qué
estarían haciendo sus hijos, qué habría cenado su mamá, qué película estarían
proyectando en la televisión y un largísimo etcétera. Me sonreí y le dije que
había descubierto una perfecta estrategia para "no estar ahí". Vivimos
en una cultura que nos enseña a vivir ansiosamente, en una permanente
búsqueda de excitación y eso hace que nos sea muy difícil estar realmente,
experimentar realmente, vivenciar realmente. La ansiedad es un disparador que
nos hace alejarnos de la experiencia y buscar inútilmente otros ámbitos y
circunstancias que en ese momento no están a nuestro alcance. Nuestro cuerpo
está cómodamente instalado en la butaca de un cine... y nuestros pensamientos
están paseando por la oficina. Aparentemente estamos viajando por un hermoso
lugar -al menos quien mirara diría que efectivamente estábamos ahí- ... y
nuestros pensamientos vagan por el pago de cuentas que tendremos que hacer
varios días después. Estamos de vacaciones, con todo a nuestra disposición para
disfrutar plenamente... y nuestros pensamientos ya están de vuelta en las
rutinas diarias del resto del año.
¿Si esto no es auténtica locura, entonces, la
locura, qué es? Existen varias y muy eficaces técnicas para calmar la ansiedad a través del centramiento en el "aquí" y me gustaría compartir contigo una muy simple y
asombrosamente reveladora. Te invito a que la experimentes. Aquí va:
1)
Aíslate
y asegúrate de no ser molestado/a durante unos diez minutos.
2)
Siéntate
cómodamente.
3)
Toma
una fruta cualquiera y ponte un trozo en la boca.
4)
Dedícate
a masticarla durante cinco minutos.
5)
Observa
qué ocurre en tu mente mientras masticas el trozo de fruta.
Opté por hacerles un cuento.
Juan y Pedro eran amigos desde la infancia y se querían entrañablemente. Una
vez casados, mantuvieron su amistad e incluyeron a sus respectivas esposas. Un
lunes alrededor de las 3 de la tarde Juan caminaba por la calle Tal, cuando vio
venir por la vereda de enfrente y en dirección opuesta a la que él llevaba, a
la esposa de Pedro. Le llamó la atención que la mujer caminaba tapándose la
cara con su mano izquierda y miraba los números de las puertas. Finalmente se
detuvo ante la puerta de un edificio, buscó en el portero eléctrico, oprimió un
timbre y Juan pudo oír que cuando le respondieron ella dijo "soy yo". Y ahí comenzó, para
Juan, el infierno. Su mente se disparó y los pensamientos que le vinieron
fueron del estilo de "qué
increíble, Fulana le es infiel a mi querido
amigo", "si será astuta
que hasta se tapaba la cara", "con
lo buen esposo que es Pedro y esta arrastrada lo traiciona y vaya uno a saber
con quién", "y yo que creía que era una buena persona y ahora compruebo
que es una porquería", etc., etc., etc. Durante los siguientes dos
días, Juan continuó alimentando su creencia respecto a la esposa de Pedro y al
llegar el jueves ya había tomado la decisión de informar a su amigo. "Seguramente le va a doler enterarse
de que su mujer es una arrastrada, pero como amigo tengo el deber de decirle la
verdad". Ese día Juan va hasta
la casa de Pedro y lo halla a éste disfrutando junto a su mujer, del atardecer
en el jardín. Luego de saludarlos y poniendo una gran carga de ironía en sus
palabras, se dirigió a la mujer y le hizo un comentario que sonó a casual:
-
Creo
haberte visto el día lunes caminando por la calle Tal.
La mujer se sonrió,
llevó su mano izquierda a la cara haciendo un gesto como para cubrirse un lado del rostro y le comentó alegremente
a su marido:
-
Qué
casualidad, mi amor. Juan me vio cuando estaba con aquel terrible dolor de
muela (y acentuó el gesto de taparse la cara) y por suerte logré que un
dentista que me recomendaron me atendiera de urgencia.
-
¡Lo
menos que Juan quiso en ese instante, fue que se lo tragara la tierra!
Todos hemos vivido situaciones parecidas, en las que confundimos lo
imaginario con lo obvio. Y además, generalmente lo que imaginamos es lo peor.
Es muy importante aprender a discriminar entre ambas cosas, porque si nos
acostumbramos a dar por obvio lo imaginario, corremos el riesgo de vivir
desconfiando y, por tanto, con serias dificultades en nuestras relaciones. En
el caso de la pareja que me consultó, hicimos un proceso de terapia breve
durante el cual ambos realizaron valiosos aprendizajes y revitalizaron su
relación.
Clave
Nº 4: Elige expresar claramente antes que manipular, explicar, justificar o
juzgar. Algunas personas -tal como
vimos en la clave anterior- desarrollan una comunicación muy ambigua de lo que
llamo del tipo "parece que es, pero
no es". Experimentamos una necesidad y en vez de expresarla
claramente, recurrimos a expresiones distorsionadas o "disfrazadoras" de ella. Ejemplos:
·
Queremos
ser mimados y en vez de expresarlo claramente, recurrimos a sentirnos mal y de
ese modo logramos que nos mimen.
·
Hacemos
o decidimos algo y pese a tener derecho a hacerlo, recurrimos a explicar y
justificarnos.
·
Dejamos
de querer a alguien y en vez de expresarlo claramente, nos convertimos en
coleccionistas de los defectos de ese alguien, como modo de justificar que
queremos distanciarnos.
Uno de los problemas que suelen surgir cuando no expresamos
claramente, es que tampoco nos expresamos claramente con nosotros mismos y
estamos siempre confundidos y sin ser conscientes de lo que nos pasa.
María (nombre ficticio) me consultó y se quejó de que su esposo no
era tierno con ella. Analizando su Carta Natal surgieron varios indicadores de
que ella solía pedir por la vía indirecta en vez de expresar claramente.
Buscando descubrir cuál era su estrategia para obtener ternura, me confió que
su esposo se enternecía cuando ella se enfermaba. Resultado: ¡María se
enfermaba con sospechosa frecuencia! Durante varias consultas nos dedicamos a
remover esa conducta e instalar una nueva, caracterizada por el reconocimiento
por parte de María de que tenía total derecho a pedir ternura y que el camino
más corto era, simplemente, pedirla. El
cambio positivo que tuvo su relación matrimonial fue notorio.
Clave
Nº 5: Acepta el desagrado y el dolor tanto como el placer; no restrinjas tu
experiencia. Todos los seres vivos
compartimos una cualidad: tendemos a
alejarnos del dolor y aproximarnos al placer. Sin embargo, la vida nos pone
en el camino muchas situaciones desagradables y dolorosas y no lo hace porque
se ensañe con nosotros y goce con nuestro malestar. Lo hace, en cambio, porque
para crecer necesitamos contar con una gama amplia de experiencias y, entre
ellas, con las dolorosas. El otro punto es que formamos parte de una sociedad
en la que se nos inculca el rechazo del dolor, como si el experimentarlo fuera
algo degradante. "No llores, sé
hombre" y "las mujeres
tienen que aprender a controlarse" son dos de los múltiples mensajes
que recibimos de la normativa social. La sociedad nos dice: "No sufras. En
cuanto sientas que viene el dolor, haz algo para deflectarlo (amortiguarlo y desviarlo). Entretente con cualquier
cosa, alcoholízate, drógate, atúrdete, desconéctate de ti mismo". Y
necesitamos experimentar el desagrado y el dolor para poder vivir como personas
íntegras y totales. Es imposible vivir solamente en un polo. El problema, es
que le tenemos un profundo miedo a la experiencia. Y el principal miedo es a
perder el control de nosotros mismos. ¡Como
si alguna vez, realmente, lo hubiéramos tenido! Pero además, hay algo que
es clave tener en cuenta: nuestros mayores avances y crecimientos son
estimulados por el dolor. Detente un instante y recuerda tus mayores momentos
de crecimiento personal. ¿Verdad que todos fueron frutos de situaciones de
crisis?
Clave
Nº 6: No aceptes ningún "debería" o "tendría". Utiliza el
"quiero" o "no quiero". Algunas personas viven como si fueran rígidos e implacables jueces
y carceleros de sí mismas. Cuando se plantean el hacer algo, se hablan a sí
mismas en términos de "debería
hacer tal cosa" o "tendría
que hacer tal otra". Estas dos palabritas ("debería" y "tendría"),
poseen una muy grande carga emocional negativa, porque implican una obligación
y no sé tú, ¡pero te aseguro que a mí, hacer algo obligado no me estimula
precisamente a hacerlo! Hace unos meses estábamos viendo con un consultante su
Carta Anual y le comenté que en ese entonces estaba atravesando un período de
descuido de su actividad profesional y su respuesta y siguiente diálogo fueron:
-
Pero,
¿tú quieres trabajar más horas?
-
Permanece
un momento en silencio y pensando.
-
No, no
quiero aumentar mi carga horaria, pero debería
hacerlo.
-
¿Y
quién dice entonces que deberías hacer algo que no quieres hacer?
Y en hallar a ese "quién"
que nos da órdenes, radica gran parte de un importante paso en nuestra
liberación de condicionamientos. Porque ese "quién" es un mandato de nuestro ego, producto de las
normas y "debeísmos" que
nos hicieron tragar, generalmente, durante la niñez. Y esos debeísmos son los directos responsables
de muchas de las frustraciones que vivimos, pues nos inducen a elegir en
función de deberes y no de quereres.
Por eso, muchas personas estudian lo que no quieren, se casan con
quien no aman, trabajan en lo que no les gusta y viven sus vidas como pesadas
cargas.
Acordamos con mi consultante dedicarnos a descubrir y neutralizar
sus "debeísmos" y
sustituirlos por decisiones libres de condicionamientos. Estos debeísmos son órdenes que hemos internalizado generalmente en forma
inconsciente y que permanecen en nosotros como si fueran quistes de la
personalidad.
Aplicando eficaces técnicas para volver consciente lo inconsciente, mi
consultante pudo descubrir las órdenes que tenía enquistadas, quitarlas
definitivamente y comenzar a vivir desde el "quiero" y el "no
quiero".
Te pregunto a ti, querido/a lector/a:
¿Haces lo que haces en tu vida, porque quieres hacerlo o porque
debes hacerlo?
Clave
Nº 7: Responsabilízate plenamente por tus acciones, pensamientos y
sentimientos.
-
"La
situación está difícil y por eso no consigo un empleo".
-
"Mi
negocio no rinde porque la gente no sabe distinguir lo bueno".
-
"El
me hace verme como una inútil".
-
"Ella
me complica la vida".
-
"No
puedo evitar pensar de este modo".
-
"Tú
me pones triste".
-
"Ellos
me hacen enojar".
-
Todos hemos pensado y dicho estas afirmaciones alguna vez. Y
algunos de nosotros lo hacemos muy frecuentemente. Son afirmaciones típicas del
no hacerse cargo de uno mismo y reflejan la costumbre de proyectar en alguien o
algo, la responsabilidad.
Estábamos en una sesión de terapia con Roberto y me dijo:
-
Mi
novia me hace sentir furioso.
-
Recurriendo
a una expresión de "yo no fui"
en mi rostro, le pregunté:
-
¿Y cómo
hace tu novia para hacerte sentir furioso? ¿Te inyecta furia?
Mi miró sorprendido y a continuación se sonrió. Había comprendido.
Nadie ni nada posee la capacidad de "hacernos" pensar, sentir o actuar de un determinado
modo. Siempre somos nosotros mismos los que, ante lo que ocurre, elegimos cómo
pensar-sentir-actuar. Y elegimos aunque estemos convencidos de que no lo hemos
hecho.
¡A veces elegimos no elegir y, en realidad, estamos eligiendo! Entonces,
o nos hacemos responsables por nosotros mismos, o vamos por la vida depositando
en los demás la responsabilidad y percibiéndonos como marionetas que
piensan-sienten-actúan según los demás quieran.
En tanto Roberto dijera y se
dijera que era su novia quien hacía la cosa, se situaba en una postura de
impotencia total en cuanto a posibilidades de cambiar lo que sentía. Cuando
comenzó a ver la situación desde un nuevo y maduro ángulo, se dio cuenta de que
él tenía el control sobre sí y que podía usarlo en función de sus propias
elecciones. Cambió el "mi novia me
hace sentir furioso” por el
capacitador "ante lo que mi novia
hace o dice yo elijo sentir
furia". Cuando nos damos cuenta de que somos nosotros mismos los que
hacemos las opciones, ganamos en poder personal.
Porque si somos capaces de elegir pensar-sentir-actuar de modos que no
nos ayudan a sentirnos bien, también
somos capaces de elegir pensar-sentir-actuar de un modo diferente. A partir
de ese reconocimiento disponemos verdaderamente de diversos caminos para
adoptar nuevos y más satisfactorios modos de pensar, sentir y actuar. Nosotros
tenemos en nuestras manos el control. ¡Claro que, a veces, preferimos no
enterarnos!
Clave
Nº 8: Acepta ser cómo eres. A veces
decimos "yo soy cómo soy", como si tal declaración
fuera un pasaporte para cualquier cosa. El "soy
cómo soy" no es una excusa ni justificación válidas, si ello nos lleva
a perjudicar a otros o a nosotros mismos. Y sin embargo, en mis consultas no me
canso de animar a mis consultantes a que acepten ser cómo son. ¿Es una
contradicción? Veremos que no lo es. Si queremos modificar algún aspecto de
nuestra personalidad porque sabemos que nos ayuda a sentirnos bien, el primer
paso es poder identificar y aceptar ese aspecto.
¡No podemos actuar sobre lo que no conocemos! El aceptar ser cómo
somos, implica el reconocimiento de que hasta este momento hemos sido lo mejor "yo mismo" que hemos sabido
(según nuestro grado de autoconciencia) y podido (según nuestro grado de
aprendizaje existencial). Algo que siempre les comento a mis consultantes
recordando errores que he cometido a lo largo de mi vida, es que si hubiera sabido y podido actuar
diferentemente, seguramente lo habría hecho.
El planteo adecuado es: hasta ahora he sido de esta forma y en el
aquí y ahora dispongo de la libertad de elegir continuar siendo así o
transformarme. La aceptación del ser cómo somos y el perdonarnos por ello (sí,
necesitamos perdonarnos), provoca el desprendimientos de los sentimientos de
culpa y nos capacita para generar los cambios que queramos. No significa que
éste que ahora soy, sea el ideal. Sí significa, que éste que ahora soy es la mejor versión posible de mí mismo” Aquí
y ahora".
J. Mario Meneses y Vega
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