El Paraíso es una experiencia
interna.
Cuando sanamos nuestra percepción y a
nosotros mismos, podemos ver la perfección en todo porque la ilusión es
perfecta.
Es una dualidad perfecta y cada experiencia nos
trae de vuelta a casa, a aquello que somos de verdad, a la fuente de todo el
amor.
Lo paradójico es que toda la felicidad está dentro
de nosotros.
¿Alguna vez has estado en un paraíso perfecto?
Tu idea del paraíso puede ser diferente de la mía,
pero imagínate sentado en el fondo de un acantilado mirando hacia
arriba la majestuosidad de una hermosa cascada y sintiendo en tu cara
el roció de una brisa gentil, rodeada o rodeado por los miles de colores con
que se visten las aves y la vegetación de la sabia Naturaleza
¿Has tenido oportunidad de estar en una situación
así o en un paisaje paradisiaco de tu propia imaginación sin poder disfrutarlo?
Ésta fue precisamente mi experiencia.
Podía estar sentado en el paraíso, pero mi
mente estaba ocupada en pensamientos basados en el miedo, en las preocupaciones
sobre el futuro, en lamentos por el pasado o juicios de que todo en mi vida
estaba mal.
Esto me impedía disfrutar del momento presente.
Toda la magia se perdía en la batalla de mi mente,
tratando de encontrar formas de manipular todo mi entorno, de aferrarme a
posesiones y de controlar las cosas: la vida de mi pareja, mi familia, todo lo
que formara parte de mi vida.
Todo estaba basado en mi miedo a las pérdidas.
Pensé que tenía que controlar las cosas para no
perderlas y quedaba paralizado ante el temor de perder algo o todo.
Hemos aprendido a pensar así, como nos enseñaron
nuestros padres y familias, nuestras religiones, nuestros gobiernos y colegios,
nuestra sociedad en general.
Nos enseñan que podemos perder lo que es importante
para nosotros, con lo cual nos enfocamos en algo que no es real, en una
ilusión...
Únete a las personas que ya encontramos el
Paraíso*
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