Como tratar con un cínico y no morirse de angustia
Para comenzar diremos que el cinismo es una secta filosófica nacida en Grecia en el siglo IV a.C., cuyo principal representante fue Diógenes quien proclamaba la idea de la "libertad total".
Fue discípulo de Antístenes quien desarrolló
toda una escuela sobre la vida sencilla y natural, comer lo necesario, resistir
al frío, al dolor y carecer de ambiciones, como los perros.
Precisamente "Kinos" en griego
significa perros, de allí deriva la palabra que da nombre a ese modo de vida.
Diógenes era llamado perro, debido a su desvergüenza, descaro e impudicia, se tiraba sonoros pedos en cualquier reunión social y orinaba sobre las personas, defecaba cuando tenía ganas en cualquier sitio, aún dentro de casas ajenas y se masturbaba a la vista de todo el mundo, aprovechaba las reuniones sociales para demostrar su protesta mediante las acciones consideradas impúdicas para demostrarle a la sociedad lo vano y ridículo de sus pretensiones de civilización.
El pensamiento de Diógenes nos ha llegado a
través de anécdotas, las cuales nos hacen reír y pensar al mismo tiempo.
Precisamente, en ese acto de pensar que nos
lleva a reformular acciones, podemos encontrar respuestas que nos remiten a lo
real del cuerpo enfrentándose a nuestro simbólico mundo de concepciones
perceptuales y sometidas a la regla, de la cual no todos comparten en la misma
medida.
Se cuenta que una vez un hombre de alta sociedad
lo llevó como invitado a su casa a la que asistirían encumbrados personajes de
la sociedad de su época, pero le advirtió y le pidió que no escupiera dentro de
la casa, diciéndole que había otro lugares viles donde poder escupir, así fue
que en determinado momento de la reunión, Diógenes carraspeó y lanzó un certero
escupitajo en la cara del anfitrión, diciéndole que no había encontrado otro
lugar más vil que ese para escupir.
Diógenes, como buen cínico, era experto en ver
el punto débil de una teoría como así también pasar al acto en el trato con las
personas para demostrarles a través de una osada provocación sus errores, como
aquella vez en que Platón definió al hombre como un "bípedo implume",
entonces Diógenes salió corriendo y trajo un gallo desplumado y lo colocó sobre
la mesa diciendo "he aquí el hombre de Platón" tras lo cual Platón
redefinió sus dichos al añadir "con uñas planas". En otra ocasión,
Diógenes descansaba tirado sobre unas escaleras cuando se acercó el prestigioso
Alejandro Magno y le dijo: "Soy Alejandro, pídeme lo que quieras que te lo
daré", a lo cual Diógenes levantando cansinamente la cabeza le respondió:
"que te apartes y me dejes tomar sol".
Vivía en un tonel con apenas una raída, sucia y
vieja frazada, proclamaba la vida libre y el desprecio por todo aquello que era
considerado por la sociedad como muy valioso.
Murió entre los ochenta y noventa años el día 13
de junio del año 323 a .C.
el mismo día que Alejandro Magno.
Nuestros diccionarios definen al cínico como
persona mentiros-malvados, lo cual es una acepción distinta de la
verdadera esencia del cinismo, pues los verdaderos cínicos no mienten, aunque
si bien pueden llegar a ser crueles en determinadas ocasiones, la mentira está
fuera de su doctrina y no pueden hacerlo ya que para ellos la mentira es
aquello sobre lo que enfocan su lucha por demostrar que la verdad es la esencia
de su hacer que está en concordancia con el orden natural y no con el elaborado
y simbólico mundo de la sociedad.
A veces pueden usar la mentira como una
herramienta para develar una falsedad de lo presentado, pero no mienten por
conveniencia personal.
Cuando mienten por conveniencia personal, es
posible decir que se trata de una persona cínica, pero cabría aclarar que además
de cínica, también es canalla. Y si es un canilla está cayendo bajo la
designación a la que el cínico somete al resto de la sociedad que critica, por
lo tanto no es más que un ser social enemistado con la sociedad, y si su lucha
es debido a esa enemistad está en el polo opuesto de un mismo plano, no escapa
del mismo.
Los comportamientos cínicos en nuestra vida
cotidiana tienen una relación distinta y motivos diferentes a los que Diógenes
acostumbraba a la sociedad de su tiempo, aunque de alguna manera señalan los
errores, pero por supuesto, no tienen la carga didáctica que habría tenido el
filósofo.
Se ha intentado ver en los movimientos hippies
del mundo cierto cinismo, pero en realidad el movimiento hippie tenía la
intención de hacer reaccionar a los gobiernos de los errores cometidos y no
estaban eximidos de la angustia que provoca el enfrentamiento con quienes
detentan el poder.
Al cínico actual podemos encontrarlo en
cualquier lugar, sin harapos y durmiendo en sus modernas casas, escribiendo, trabajando,
estudiando, como cualquier otro, se destaca más que nada por su incansable
denostación del pensamiento de cualquiera que se le ponga enfrente y
defenestrando a cualquier persona, desprecia los bienes personales ajenos, pero
secretamente los desearía para sí mismo, autoriza a cualquiera a hacer lo que
le venga en gana en cualquier lugar solo con el eslogan del placer adornándolo
de palabras que suenen a sabiduría.
El cínico vive para su deleite personal y
subjetivamente sabe que su goce se juega allí aún a costa del sufrimiento de
los demás.
No repara en daños colaterales ni en pérdidas
cuando lo que busca es destronar algún pensamiento o posición subjetiva del
otro frente a determinada experiencia, de alguna manera exhorta a los demás que
sigan haciendo lo que les venga en gana como una manera de justificarse a
través de la complicidad revestida de pensamientos pseudo-profundos, pero si
todo esto se le aplicara a él mismo, surgiría de inmediato una barrera
defensiva arguyendo que no se le respeta y se violentan sus derechos.
Nunca invites a un cínico a tu fiesta, pues te
la arruinará en cualquier momento o quizás justo cuando vea que tus defensas
sociales han bajado, será entonces como al modo del legendario filósofo lanzará
todo su cinismo allí donde menos te lo esperes.
Tal vez Diógenes, además de haber inaugurado la
escuela cínica con sus ejemplos de vida solitaria y desprecio de bienes
materiales, comiendo sobras o carne cruda, nos haya dejado también el camino de
salvación de su descaro cuando una sombra cayó sobre él y dijo:
"Soy Alejandro, pide lo que quieras que te
lo daré" y cansinamente Diógenes le respondió:
"..Que te apartes y me dejes tomar
sol".
Tal vez eso es lo mejor que podamos hacer si no
queremos enredarnos en una eterna disputa de la cual finalmente ninguno de los
dos ganará: apartarnos de su camino, pues el sol sale para todos.
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