Naturaleza de los Ángeles
Contenido
·
La naturaleza
en los ángeles. Amor y sabiduría. Corazón e intelecto.
·
Alma y cuerpo.
Estado del alma materialista.
·
Naturaleza del
alma y del espíritu.
Extractos del «El Gran Evangelio de Juan» recibido por Jakob Lorber al
dictado la Voz Interior
LA NATURALEZA EN LOS ÁNGELES
AMOR Y SABIDURÍA
CORAZÓN E INTELECTO
56.05 Nicodemo notó la belleza radiante del ángel Rafael y preguntó al
Señor: «Señor y Maestro, ¿de dónde viene este joven increíblemente hermoso?
¿Cómo se llama? Nunca he visto tal belleza masculina. Sus cabellos de rizos
dorados caen bien ordenados por la nuca de blancura etérea. ¡Qué encanto y
gracia indescriptible en su fisonomía! ¡Qué delicados, suaves y tiernos son sus
brazos y piernas, de verdad, este joven no puede ser hijo de esta tierra, y si
tuviese un par de alas sería un ángel perfecto de Dios.»
56.06 Dije Yo: «¿Piensas que los ángeles de Dios deben tener alas para
ser ángeles? ¡Te equivocas! ¿Acaso los tres hombres que hablaron con Abrahám
tenían alas? ¿0 los otros que salvaron a Lot, o el ángel que condujo al joven
Tobías? Ignoro que en la escritura haya mención alguna de sus alas. Tampoco,
según la escritura, tenía alas el ángel que impidió a Abrahám sacrificar a
Isaac, su único hijo.
56.07 Sólo los dos querubines fueron representados por Moisés con alas
para indicar a los judíos, en aquella época todavía muy sensuales, que los
espíritus puros de los cielos de Dios son muy rápidos en todos sus movimientos
y actividades cuando realizan sus hechos, sea al pensar, decidir u obrar. Como
el hombre natural de la tierra no conoce movimiento más rápido que el vuelo de
los pájaros en el aire, y esto a causa de sus dos alas. Moisés, por orden de
Dios y para simbolizar ante los hombres la velocidad de las cosas espirituales,
puso alas a los querubines. Pero en la realidad no hay ángeles con alas ni
tampoco los ha habido nunca.
56.08 El ala sólo significa el grado sumo de la sabiduría y fuerza de
todo lo puramente espiritual, pero no que un espíritu puro deba por orden de
Dios descender de los cielos a la tierra y volver a ascender igual que un
pájaro.
56.09 Como cada hombre es llamado psíquicamente a que sea un verdadero y
casto ángel de los cielos de Dios, este hermoso joven puede estar en la tierra
sin alas así como Yo mismo, Señor de los cielos y de la tierra, me encuentro
encarnado entre vosotros para daros mi doctrina, manteniendo además todo el
universo. Escrito está: “Veréis subir y bajar a los ángeles de Dios que sirven
al Señor”. ¿Qué opinas sobre ello?»
56.10 Contestó Nicodemo: «Sí, evidentemente es muy hermoso, pero no baja
ni sube desde el cielo a la tierra.»
56.11 Respondí Yo: «¡Oh ceguera de los hombres! ¿Cómo puedes pensar,
siendo hombre experimentado, que los ángeles descienden desde cielo físico a la
tierra y que vuelven de la tierra al cielo y también me sirven a la vista de
todos? La ascensión y el descenso de los ángeles no significan sino: ascender
del amor a la sabiduría verdadera y volver mediante la sabiduría al amor, que
es el verdadero espíritu vivo de Dios en vosotros.
56.12 Cuando el hombre despierta en su corazón el amor a Dios y al
prójimo, asciende a la sabiduría, o sea al conocimiento justo y profundo en
todas las cosas. Cuando el hombre obtiene tal conocimiento y conoce y concibe
más profundamente e1 amor, la sabiduría y el poder ilimitados de Dios, se llena
de humildad y del más vivo amor a Dios. En tal caso vuelve a descender a su
corazón, lo ilumina más claramente y lo enciende más en el amor a Dios.
56.13 Pero te preguntas a ti mismo: "¿Representa esta tierra el
amor y el cielo la sabiduría? En esta tierra ocurren muchos acontecimientos
malos y sin amor; del cielo sólo vienen cosas buenas."
56.14 Sí, en el corazón humano, morada del amor, falta amor en la
mayoría de los casos. Pero el amor puro del corazón produciría por sí sólo tan
pocos frutos de vida como la tierra sin la luz del sol. El sol celeste del
corazón es el intelecto natural. Desciende en pensamientos, ideas y conceptos
buenos y ordenados al corazón, o sea a la tierra del hombre, la ilumina y
vivifica las semillas para realizar hechos buenos y nobles. Cuando la luz del
intelecto todavía es muy débil y floja, como la luz solar en invierno, el
corazón es prudente y sensato; pero si se obstina en su amor propio, las
semillas nobles no germinan en él, ni crecen, ni maduran para producir los
frutos de la actividad vital. Pero cuando un hombre ilumina su intelecto
aplicando y usando justamente sus talentos y capacidades, esta luz despierta
también más poderosamente el calor vital en el corazón y las simientes empiezan
a germinar en el mismo, a crecer, a florecer, y no tardarán en producir frutos
de actividad para la rica cosecha de la vida.
56.15 La expresión ángeles se entiende aquí como los pensamientos, ideas
y conceptos del intelecto claro que representan en el hombre la sabiduría del
cielo, desde luego a escala menor. Suben y bajan y sirven al espíritu divino,
todavía oculto en el corazón humano, y este espíritu se llama amor a Dios y al
prójimo. Pero como la mayoría de los hombres ni conocen ni consideran tal
espíritu vivo de Dios en el corazón humano, aunque toda prosperidad y
bienaventuranza del hombre respecto a su vida eterna y temporal dependa
justamente de este espíritu, tampoco Yo mismo, Señor y causa original de todo
ser y de toda vida del mundo humano, quedo reconocido. Pese a que el mundo
experimenta cuán grandes pensamientos, ideas y conceptos de los cielos de Dios
bajan y suben a causa mía, iluminando claramente al corazón y calentándolo y
vivificándolo para garantizar la rica cosecha de los frutos vivos de la
actividad espiritual. Por eso muchos son los llamados, pero pocos los
escogidos, es decir los que comprenden mis palabras y las toman en
consideración para transformarlas en una cosecha rica y viva de actividad.»
ESTADO DEL ALMA MATERIALISTA
58.01 Dijo Nicodemo, dirigiéndose al Señor: «Deduzco de tus palabras que
un alma perfecta, después de la muerte física verá en el más allá toda tu
creación en una luz mucho mas clara que en la vida terrenal y que se volverá
mucho más consciente de todo lo que ha experimentado en su cuerpo físico. ¿,Es
correcta mi opinión'?"
58.02 Dije Yo: «Perfectamente, y voy a mostrares la razón de ello, a fin
de que nadie diga con el tiempo "Él nos ha ordenado creerlo y no dudamos
la realidad de lo que Él mismo nos ha enseñado pero esto sin habernos mostrado
detalladamente cuál es la razón!" No, de esta manera no quiero enseñaron,
quiero que entendáis el secreto del reino de Dios:
58.3 El cuerpo por sí solo, como materia inerte, no puede ni ver, ni
oír, ni oler, ni gustar, ni sentir, si no contiene un alma viva. El cuerpo es
sólo una herramienta apenas suficiente del alma, bien construido y organizado
de forma tal que el alma pueda a través suyo mirar hacia el exterior y oír y
sentir cosas agradables y desagradables. Ella puede moverse de un lugar al otro
y ejecutar diversos trabajos manuales.
58.04 Los miembros son regidos por el intelecto del corazón y su
voluntad; pues el cuerpo por sí no tiene ni inteligencia ni voluntad, salvo el
alma que a causa de sus apetitos mundanos y sensuales se deja absorber por la
carne y que en este estado pierde la conciencia de su yo espiritual. En tal
caso su intelecto, junto con su voluntad, se han hecho carnales. Un alma así
está casi como totalmente muerta y le parece locura sentir algo parecido a una
dependencia y a una vida espirituales después de la muerte del cuerpo.
58.05 Incluso tal alma materialista o carnal no muere verdaderamente
después del desprendimiento doloroso del cuerpo, sino que continúa viviendo en
el mundo de los espíritus; pero su supervivencia es tan precaria y escasa como
lo son su conocimiento y conciencia en una esfera puramente espiritual. Tal
alma continúa viviendo entonces como en un sueño un poco más lucido, y muchas
veces ya no sabe si vivió en un mundo diferente; vive y obra según su
sensualidad usual, y caso que espíritus más iluminados le adviertan e instruyan
sobre que ahora se encuentra en otro mundo espiritual, no lo creerá y se
burlará de los que lo muestran la verdad.
58.06 Se necesita mucho tiempo hasta que tal alma atada al mundo llegue
a una conciencia mas elevada. En cuanto lo consiga, volverá su recuerdo según
el grado de su esclarecimiento y también podrá ver, oír y sentir todo lo que
ocurre dentro, en y encima de la tierra.
58.07 Si un alma ya ha alcanzado la perfección por el renacimiento
espiritual en este mundo y así llega ala visión y la percepción claras de las
cosas puramente espirituales y celestes, entonces también tendrá en sí la
visión correcta y enteramente verdadera de toda la creación material y sabrá de
todo, hasta de lo que acontece en la luna, sobre y en el interior del sol. la
constitución de las estrellas, su finalidad y su función.
58.08 Cuando tal alma perfecta ha sido liberada de su pesado cuerpo
físico, su visión se vuelve semejante a la divina y, caso que lo quiera, verá,
oirá, sabrá y sentirá lodo. Si así es, ¿por qué, asemejándose a Dios y siendo
capaz de crear su propio mundo espiritual, habría de perder sus recuerdos?
58.09 Para que veas y entiendas más profundamente que todo lo que acabo
de decirte es la pura realidad, quiero desatar por unos momentos tu alma y las
de otras personas presentes. y en tal estado liberado podrás decir lo que has
visto, oído y sentido. Así sea."
58.10 Inmediatamente varias personas cayeron en un estado magnético y
visionario, y primeramente se encontraron en una región desconocida para ellas,
la cual les agradó tanto que me pidieron que les dejara allí, pues no deseaban
regresar a este mundo terrestre.
58.11 Yo les pregunte si no veían también este mundo.
58.12 Todas me respondieron: «Sí, Señor. pero lo vemos detrás de
nosotros. También lo vemos transparente.»
58.13 Yo les pregunte si veían la gran ciudad de Roma.
58.14 Todas dijeron que sí, y describieron todo lo que veían en esta ciudad.
58.15 Cuando los romanos presentes las oyeron, se maravillaron
extraordinariamente ante la exactitud y la fidelidad con las que los extasiados
describían detalladamente la forma de Roma aunque ninguno de ellos había estado
allí ni había visto imágenes de esta ciudad.
58.16 Y Yo pregunté a los extasiados si también veían el extremo oriente
de Asia.
58.17 Todos me contestaron: «Sí, Señor, vemos también el confín de este
gran continente; más allá, hacia el este, vemos aguas y aguas con excepción de
algunas islas. Vemos un gran reino y también una ciudad enorme, la cual está
circundada por una muralla muy larga y habitada por innumerables hombres.»
58.18 Pregunté Yo: «¿Cómo están vestidos?»
58.19 Describieron rápida y muy minuciosamente la vestimenta de estos
hombres y uno de los viejos fariseos se sorprendió sobremanera porque había
tenido la oportunidad de ver varios chinos en el extremo este de la alta India.
58.20 Luego les hice ver la luna y describieron en pocas palabras este
mundo desnudo de apariencia triste y con algunos grupos de duendes de color
gris y de aspecto lamentable. No había árboles, ni hierbas, ni animales.
58.21 Acto seguido les desperté de nuevo la visión natural y les hice
recordar todo lo que habían visto.
58.22 Cuando se hallaron nuevamente en estado natural, Nicodemo dijo:
«Oh, Señor, esto es maravilloso. Estábamos aquí, te veíamos a ti y a todos los
demás, y, sin embargo, también veíamos muy claramente y de verdad todas las
cosas que hemos descrito. Yo mismo he experimentado cuán indescriptiblemente
más clara es la visión del alma liberada que la del cuerpo natural del hombre.
No sólo veíamos mas claramente las cosas cercanas y también las distantes, sino
también lo oíamos lodo. Un árbol, una casa, o un navío en el mar, o un hombre o
un animal, aparecían ante nosotros en su forma normal; pero también nuestra
visión traspasaba todos los cuerpos aunque no fueran transparentes.
58.23 En los hombres vimos hasta sus pensamientos que, al principio,
aparecían como imágenes pequeñas en sus corazones. Cuando semejantes a una nube
de mosquitos subían al cerebro, se hacían más claros y distintos; volvían a
descender al corazón, daban gracias y poco después salían al exterior del
hombre, se agrandaban y por fin formaban un mundo alrededor suyo. Sin embargo,
no pudimos descubrir esto en los animales."
58.26 Dijo Nicodemo: "Me gustaría saber quién es este hermoso joven
maravilloso, ¿de dónde es y cómo se llama'?"
58.27 Dije Yo: «Lo sabrás más tarde, su nombre es Rafael.»
58.28 Dijo Nicodemo: "Ese es el nombre de un arcángel según la
escritura antigua. Quizás sea el mismo. Si fuera así me infundiría un gran
temor."
58.29 Dije Yo: «A todos vosotros os he mostrado que es un ángel de Dios.
Pero siendo así, ¿,por qué has de tenerle miedo? Para que no dudes de este
ángel, has de saber que es el espíritu de Enoc. Ahora su cuerpo es mi voluntad.
Y te diré que en los cielos no hay ni habrá otros arcángeles sino aquellos que
ya antes vivieron encarnados en algún mundo.»
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