EL TEMPLO DE LA SABIDURIA
El techo del TEMPLO DE LA SABIDURÍA es sostenido por tres columnas que son: filosofía,
ciencia y religión, si falta alguna el conocimiento es incompleto.
La filosofía nos explica el plan de evolución del espíritu y la
materia contenidos en nuestro sistema solar.
La religión nos muestra el curso de la ordinaria evolución,
indicándonos el método para abreviar dicho curso, de suerte que, por un
esfuerzo consciente, adelantemos en mayor rectitud hacia la meta. La palabra
religión debemos entenderla en todo su hondo significado, re-ligare (volver a juntar unir), por lo que debe entenderse como
la vuelta hacia la casa del Padre, el retorno al Creador, y no se debe
confundir con la separatividad que produce la intolerancia religiosa que tanto
daño ha hecho a la humanidad por centurias.
La ciencia hace asequible el conocimiento por estudio e
investigación, nos brinda los medios para comprender los fenómenos.
Al respecto debemos agregar que en esta búsqueda no es necesaria la
fé ciega. En nuestro interior existen fuerzas
latentes que una vez desarrolladas positivamente
nos capacitan para ver y estudiar los
mundos invisibles y descorrer el VELO DE
ISIS.
Suele decirse que el hombre tiene un Alma, pero en realidad el
hombre ES UN ALMA que tiene un
cuerpo; o mejor dicho, varios cuerpos o vehículos, que son los instrumentos
para manejarse en los diferentes mundos. Estos mundos no se encuentran en el
espacio, separados, sino que están simultáneamente presentes AQUÍ Y AHORA, son las divisiones del
aspecto sustancial de la naturaleza, los diferentes grados de densidad de las
agregaciones de la materia.
El hombre tiene existencia en varios de dichos mundos, pero sólo es
consciente en el inferior; aunque en estados de ensueño o de éxtasis tiene una
vislumbre de los estados superiores. También durante el transito que llamamos
muerte vivimos en dichos planos de la naturaleza esperando el tiempo de la
nueva encarnación.
El hombre es de origen Divino,
y tiene tras de sí una muy larga evolución de doble aspecto: el de la vida
interna del Alma y el de su forma exterior, material. También tenemos una
evolución futura, cuya meta está a nuestra vista, llena de promesas si sabemos
transitar el camino. Esta evolución futura no está regida por la anarquía o el
azar, sino que progresa bajo el gobierno de una JERARQUÍA perfectamente organizada, por lo que es imposible el
definitivo fracaso y la eterna perdición, ni siquiera, de la entidad más
insignificante. Depende de nuestro libre
albedrío el tiempo que tardaremos y los obstáculos que encontraremos en el
sendero, según los efectos de la ley del
karma.
Del conocimiento de la actuación
de esta Jerarquía, de los Maestros de Sabiduría, o como se los
llama en oriente los Mahatmas, nace
el deseo de cooperar con ellos, de servir a sus órdenes por humildes que sean
nuestras facultades y condiciones. No nos debemos contentar con el lento
caminar a través de eones de tiempo de evolución, pero debemos ser conscientes
que para efectuar el mismo trabajo en menos tiempo será necesario determinados
esfuerzos y algunos sacrificios. De ese modo se irá trascendiendo gradualmente
hacia planos más elevados de conciencia,
hasta que una vez liberado, el hombre se convierte en un inteligente cooperador del grandioso Plan evolutivo de todos los seres.
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