Todo
lo que hacemos, decimos, pensamos, sentimos, no va a la nada, sino que queda
dentro de nosotros, en nuestra persona. Por eso, en el presente, seguimos
siendo responsables de todo nuestro pasado, para el bien o para el mal Todo nos
queda en el inconsciente en ese inmenso océano que todos los científicos han
querido y siguen deseando surcar y bucear profundamente para someterlo a la
medición de la ciencia, pero que siempre se les escapa sin poder medirlo y, al
mismo tiempo, sin poder demostrar su irrealidad. Todo queda dentro de nosotros,
incluso aunque no nos demos cuenta de ello. Todos los secretos de nuestras
existencias más celosamente guardados en nuestro interior, está en nuestra
conciencia, formando parte de nuestro ser actual. Seguramente. Muchas veces.
Habrás dicho en tu interior: ¿Cómo es que hago lo que no quiero hacer? No eres
tú el primero en detectar en ti mismo la dificultad de semejante situación.
Muchas veces habremos dicho, con palabras o en silencio, ¡cómo me habrá pasado
semejante cosa! Nuestra vida almacena muchísimos matices, bastantes más de los
que pensamos. Sólo hay un modo posible de cambiar de verdad nuestra vida del
pasado, progresando en el presente, abriéndonos a la obra de Jesús, desde
nuestra libertad. Jesús lo que intenta, con toda su vida, es ayudar al hombre a
ser el hombre que Dios quiere. El más empeñado en que el hombre llegue a la
plenitud de persona humana es el mismo Dios. No te mientas nunca a ti mismo.
Enriquece tu verdadera existencia viviendo en Cristo todo el plan de la
creación del Padre. Todo debe ir en la dirección de tu verdadero progreso hasta
alcanzar la plenitud que el mismísimo Dios te donará el día de tu encarnación.
Tal vez no estés muy de acuerdo con muchas cosas de tu vida. Eso se debe a que
no ha vivido correctamente tu "religiosidad". Si es así, todavía
estás a tiempo para descubrir el sentido verdadero de la Doctrina Espirita.
Pero tiene que dar un vuelco total a tu relación con Dios. Quizás tu
equivocación esté en que das muchas cosas a Dios: dinero, velas, sacrificios,
demasiados golpes de pecho, magia de todo tipo, misas del diablo, supersticiones,
y un sin fin de cosas raras. Dios no quiere absolutamente nada de eso que le
estás dando. Dios no quiere de ti cosa alguna, te quiere a ti mismo. Dios tiene
todo lo bueno, no necesita absolutamente nada de todo cuanto existe. Dios lo
único que quiere es que te abras a Él, porque quiere llenar tu ser de todo lo
bueno. Dios solo puede entrar en ti si tú le abres tu ser, tu vida. La
verdadera Doctrina no consiste en dar cosas a Dios, sino recibirlo de Dios y
esparcirlo por la humanidad. Mima tu conciencia, hazle mucho caso cuando te
marca el bien, cultívala de verdad, porque ciertamente es Luz de Dios
verdadero. Examina bien tu circunstancia, en la encarnación tu conciencia se
abrirá en ti con todo su contenido. Te verás a ti mismo con la Luz de Dios, será un abrazo de
plenitud amorosa. La claridad de la conciencia coincide con tu madurez. La
madurez pide tranquilidad de toda la existencia personal. Es una época muy
buena para dejar dormir tranquilo a los ojos, al corazón y a la mente. Que sean
tus ojos, de verdad, las ventanas de un alma llena de felicidad y paz. No te
olvides, ese presente maduro es el mejor lugar y tiempo para abrirse a la
sobreabundancia de la gracia de Dios.
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