CONTRA LA DEPRESION
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Aceptaré lo que no
puedo cambiar, y cambiaré lo que no debo aceptar.
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Cada día me levantaré
con la alegría de que todo puede ir bien.
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Pensaré en lo positivo
de todas las cosas, y hasta encontrarlo no pararé.
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Sonreiré siempre,
aunque a veces no tenga ganas, porque la sonrisa puede cambiar muchas cosas.
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Sólo por hoy y en
estos momentos intentaré ser lo más feliz posible.
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Dejaré el pasado a la Misericordia de Dios,
pues no puedo cambiarlo pero sí aceptarlo.
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Abandonaré el futuro
en manos de Dios, pues no debe ser fuente de preocupación cuando Dios es Padre
y yo soy su hijo querido.
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Descansaré y me tomaré
la vida con más calma, pues yo no soy la Divina Providencia.
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Tendré sentido del
humor y me reiré mucho, pues es bastante sano.
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Cuando no pueda más,
pensaré que todavía Tú... ¡Menos mal que estás siempre ahí, Señor!
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