Después de muchos años de poca atención hacia
la importancia de la Medicina Tradicional Mexicana y sus recursos naturales,
podemos encontrar ahora publicaciones tanto de índole científica como de
difusión que reportan con entusiasmo las estadísticas sociales y económicas
sobre el uso de plantas medicinales. Así encontramos señalamientos en donde
aseguran que en 1996 las ventas de “medicamentos herbolarios” en 7 países de la
Comunidad Europea alcanzaron más de 5 Mil millones de dólares.
Es importante señalar el aporte de las llamadas
ciencias humanas (antropología, sociología, economía, historia...), quienes, por
la naturaleza de sus objetos de estudio y metodologías de trabajo, ayudaron a
que la medicina oficial o
científica, demasiado arraigada
en sus prácticas positivistas y racionalistas, terminara por reconocer el valor
de una aproximación holística y más integral al estudio de los problemas y de la
búsqueda de soluciones en salud. Especialmente, en el ámbito de la salud pública
y de la medicina preventiva, el sistema médico oficial aprendió a valerse de una
metodología de tipo ínter y transdisciplinario, que amplió su propia visión y
reflexión sobre los problemas de salud individuales y colectivos. Lo anterior ha
hecho posible que, con el paso de sólo unas décadas, la mayor parte de
representantes de los sistemas de salud oficiales, deje de ver con desprecio y
suficiencia las prácticas terapéuticas de los sistemas médicos populares y
tradicionales y que, incluso, algunas prácticas médicas tradicionales y
populares (acupuntura, homeopatía, plantas medicinales...) gocen de gran
prestigio y reconocimiento científico en la actualidad.
Desde hace unos años la investigación de
plantas medicinales ya no es vista como un folklore, sino, como una relevante
actividad científica, ya que las plantas medicinales son una alternativa viable
en el desarrollo de nuevas técnicas terapéuticas, en la obtención de nuevas
moléculas bioactivas que se manifiesten en diferentes mecanismos de acción. En
el resurgimiento de la importancia de las plantas medicinales como fuente de
potenciales terapéuticos, son los países del primer mundo quienes invierten
grandes cantidades de dinero en la investigación farmacológica de plantas
medicinales, obteniendo la materia prima vegetal de los países tropicales
generalmente en desarrollo.
LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (OMS)
reconoció la importancia de este recurso terapéutico y generó un programa de
reconocimiento y promoción de la medicina herbolaria y en 1990 promovió una
serie de recomendaciones para la regularización de los medicamentos
herbolarios.
LA SECRETARIA DE SALUD EN MEXICO reconoce que
muchas de las plantas medicinales ampliamente conocidas por la población, están
siendo utilizadas como fitofármacos y que esta práctica cada día tiene mayor
relevancia, por lo que ha construido el marco para la regulación de estos
productos (medicamentos herbolarios) para lo cual ha formado diversos
instrumentos como la
PROPUESTA DEL NUEVO REGLAMENTO DE LA LEY
GENERAL DE SALUD en materia de Control Sanitario de Actividades,
Establecimientos, Productos y Servicios en el cual se precisa la manera en que
estos productos son tratados. El nuevo reglamento reconoce tres tipos de
medicamentos:
El químico farmacéutico
El homeopático
El herbolario
El medicamento herbolario es
paradójicamente un nuevo concepto “Es el producto elaborado con material
vegetal o algún derivado de éste, cuyo ingrediente principal es la parte aérea o
subterránea de alguna planta o extractos o trituras así como: jugos, resinas,
aceites grasos y esenciales presentados en forma farmacéutica. Su uso
terapéutico está basado en el conocimiento tradicional o popular y su
efectividad y seguridad están establecidas en la literatura nacional como
internacional”.
El INSTITUTO MEXICANO DEL SEGURO SOCIAL fue la
primera institución del Sector Salud en incorporar un cuerpo de investigadores
para atender el estudio de La Medicina Tradicional Mexicana y especialmente la
Herbolaria Mexicana desde un punto de vista científico. Desde 1981 incorporó en
sus espacios y presupuesto al Centro de Investigación en Medicina Tradicional y
Herbolaria, actualmente, Centro de Investigación y Desarrollo de
Fitomedicamentos que se ubica en Xochitepec, Morelos. Hasta ahora es el único
Centro de Investigación en el país especializado en el estudio integral de las
plantas medicinales que ha logrado -además de demostrar la utilidad
farmacológica y aislar nuevas moléculas bioactivas en varias especies vegetales-
la formación de investigadores en las áreas de la etnobotánica, la fitoquímica,
la farmacología y la biotecnología de plantas medicinales. Desde 1998 en
colaboración con la LA UNIVERSIDAD AUTONOMA DEL ESTADO DE MORELOS inició un
programa de maestría, UNICO EN MEXICO, con especialidad en “Farmacología y
Fitoquímica de plantas Medicinales”, que se encuentra orientado a la formación
de cuadros especialistas que pudieran dar el apoyo científico y tecnológico para
el desarrollo de los nuevos medicamentos herbolarios. Ha logrado integrar la
cadena de investigación necesaria para generar las bases científicas para el
desarrollo de la “Industria de la Planta Medicinal”.
LA SECRETARIA DE AGRICULTURA Y DESARROLLO
RURAL reconoce la importancia que el cultivo y producción de plantas medicinales
tiene para el desarrollo del campo en México. Sabiendo que, viviendo en un país
de pequeños agricultores y que el crecimiento de la población, la
industrialización y la nueva tecnología, han disminuido dramáticamente los
precios de los cultivos tradicionales como granos y cereales, deja fuera de
competencia a estos productores.
El uso de plantas medicinales lejos
de verse desplazado ha cobrado fuerza, es previsible un gran aumento de la
demanda del medicamento herbolario. Se observa un creciente interés de los
países desarrollados en los medicamentos de origen vegetal, se cuenta con un
vasto y eficiente trabajo etnobotánico, la experiencia acumulada y el desarrollo
de cuadros de especialistas nos permite proponer la formación de programas de
posgrado, diplomados, maestrías y doctorados en plantas medicinales.
ALGUNOS ELEMENTOS DE LOS
SISTEMAS MÉDICOS POPULARES Y TRADICIONALES
Con el afán de permitir un acercamiento
siquiera superficial a esta atiborrada oferta de sistemas médicos populares y
tradicionales, quisiera describir algunas de sus expresiones más comunes en
nuestra cultura mestiza. Estos elementos serán presentados en un orden creciente
de complejidad, tal y como de forma habitual son más comúnmente demandados en
nuestras ciudades y zonas campestres, aunque no necesariamente en ese
orden.
A. ELEMENTOS CASEROS.
Se refiere a todos aquellos conocimientos y
prácticas sencillas para el diagnóstico y manejo inicial de la enfermedad en el
hogar. Aquí la cabeza de salud, es un adulto (abuela, madre, padre...) quien
trata de definir la gravedad de la dolencia y la perentoriedad con la cual se
debe recurrir a otro nivel de atención. En este nivel se recurre con frecuencia
a la automedicación, al uso de plantas medicinales y de algunas prácticas
simples de tipo paliativo (baños, aplicación de compresas}, a buen número de
creencias y prácticas dietéticas (evitar ciertos alimentos "calientes" o
"fríos"), ciertas medidas preventivas e higiénicas (no serenarse, no bañarse con
agua fría), etc.
B. ELEMENTOS NATURISTICOS.
Se refiere a aquellos fenómenos
que por su presentación no se consideran de orden sobrenatural y pueden ser
corregidos por medio de algunas prácticas más especializadas de orden natural,
algunas de ellas resultado de conocimientos largamente acumulados y que por lo
tanto, permiten un importante grado de verificación y de objetividad científica.
Entre los representantes de estas prácticas más prestigiosos entre nosotros
tenemos:
1. Sobanderos o hueseros. Es un tipo de
práctica con amplia distribución y acogida tanto en el campo como en las
ciudades. Aunque es una práctica generalmente de tradición familiar, se dice que
para ejercerla se requiere el "don" o "virtud" de reconocer y componer sólo con
las manos todo tipo de traumatismos y problemas osteomusculares.
2. Parteras o comadronas. Reconocidas
oficialmente en países desarrollados como Inglaterra, en Colombia, desde hace
muchos años se ha tratado de capacitarlas y vigilar algunas prácticas riesgosas
para la salud del bebé o la mamá. En zonas rurales de nuestro país cumplen aún
una labor difícilmente sustituible.
3. Curanderos, yerbateros o botánicos. Otro
grupo de practicantes ampliamente reconocido y distribuido por el mundo entero.
Su saber, en la mayoría de los casos, es el fruto de tradiciones familiares y
seculares que suman conocimientos que provienen de las más diversas fuentes y
tradiciones. En los últimos años se han organizado en asociaciones que luchan
por su reconocimiento oficial y en algunos caso se ha avanzado en la
sistematización y normatización de su saber. Aunque su trabajo se basa
principalmente en el conocimiento y el uso de plantas medicinales, también
utilizan remedios de origen animal y mineral, drogas alopáticas, homeopáticas y
otras, y en muchas ocasiones también recurren a elementos y rituales de
contenido mágico-religioso (como es el caso de los raiceros del Chocó, algunos
de los cuales han estudiado con jaibanás emberas).
4. Teguas. Son aquellas personas que, sin tener
ningún título de estudios oficialmente reconocido, fundamentan su trabajo en la
experiencia personal y en su formación autodidacta en práctica médicas y
odontológicas facultativas. Algunos han iniciado su aprendizaje trabajando en
algún tipo de institución de salud, lo que utilizan como una forma indirecta de
acreditación. En general, trabajan por fuera de la ley, pero con una gran
aceptación por parte de la comunidad, que en algunos casos los considera mejores
que los mismos profesionales oficiales. No son aún pocas las circunstancias en
las que se los persigue y acosa legalmente. En algunos casos, son teguas los
farmacéutas, que están en condiciones de diagnosticar de palabra y formular a
sus clientes. En nuestro país, hay famosos médicos y dentistas teguas, y no
pocos veterinarios que hacen amplio uso de su profesión. En muchos casos, es
preocupante el escaso rigor y objetividad con que realizan algunos
procedimientos delicados o la forma irracional de formular medicamentos
facultativos.
5. Naturistas. Este es un fenómeno básicamente
urbano y relacionado con la cultura mundial de la llamada nueva era en la que se
mezclan los temores milenaristas, la desconfianza en la supuesta agresión
tecno-química, la añoranza de un orden natural y espiritual superior al humano,
la sobrevaloración de la salud corporal y de la juventud, entre otras
manifestaciones. No poco de su ímpetu se fundamenta en la globalización y en la
apertura de nuevos mercados y de novedosas tecnologías de mercadeo. Aunque buena
parte de sus cabezas representativas son médicos naturistas de formación
académica y empírica, su presencia pujante se observa al rededor de las tiendas
naturistas, los grupos ecológicos y los devotos de la agricultura orgánica, los
centros médicos alternativos, etc.
C. ELEMENTOS MAGICO-RELIGIOSOS.
Aquí, tanto la etiología de la enfermedad como
su tratamiento son de orden sobrenatural y tiene que ver con poderes mágicos
agresivos y curativos, espíritus malignos y protectores, y otros agentes
sobrenaturales y divinos. Aunque puede incluir algunos elementos naturales, sólo
intervienen en su aspecto mágico (plantas y animales sagrados, fenómenos
meteorológicos, astros, etc.). Reúne también una amplia y temida variedad de
especialistas, entre los que sobresalen los siguientes:
1. Brujos o hechiceros. Aunque comparten
características comunes con los chamanes indígenas, su saber y sus poderes más
que representar y proteger una tradición cultural particular, son el producto de
un sincretismo de tradiciones culturales diversas. Tienen el poder tanto de
curar las enfermedades mágicas (maleficios, trabajos...), como de causarlas. Muy
ampliamente, se reconocen dos grandes vertientes de acción: la magia negra y la
blanca. En su origen, intervienen, entre nosotros, principalmente elementos
provenientes de las culturas africanas y de las brujerías de la edad media y de
la alquimia europeas.
2. Chamanes. La denominación proviene del
nombre que en una comunidad siberiana se da a sus sacerdotes-curanderos-jefes, y
se ha extrapolado para denominar a todas las cabezas médicas y religiosas de las
comunidades indígenas, si bien el nombre propio y las funciones varían
grandemente de comunidad a comunidad. No en pocas ocasiones, además de atender a
su propia comunidad, es motivo de consultas por personas provenientes de otras
comunidades y sectores sociales. En general se les atribuye un mayor poder
mágico y más honestidad e integridad, que los brujos urbanos.
3. Espiritistas. Su labor diagnóstica y
curativa la cumplen sirviendo como médium a diversos espíritus que se comunican
a través de ellos en estados de trance. Muy famoso en nuestro medio, el espíritu
del difunto médico venezolano José Gregorio Hernández quien, a través de
numerosos médium en muchas ciudades y países, ha llevado a cabo innumerables
curaciones milagrosas (sus seguidores, que buscan su canonización -ya es beato-,
aseguran poseer la documentación adecuada para comprobar más de 10 000
curaciones milagrosas). Y también muy conocido el movimiento Espirita originario
del Brasil, el cual propicia la formación de médiums que sirvan de vehículos
para estas curaciones espirituales.
4. Mentalistas. Basan su poder en el "control
mental" que les permite acumular y manejar el "magnetismo" o la "energía vital",
que transmiten a sus pacientes con las manos o sus mentes para propiciar su
curación. Nuestra más famosa mentalista es sin lugar a dudas Regina 11, quien
tuvo a demás la capacidad de crear un movimiento político que la llevó hasta el
senado.
5. Sanadores. Más que verdaderos especialistas,
se consideran a sí mismos como intermediarios de la voluntad divina. Son
personas, en muchos casos humildes, que participan con gran fervor y devoción de
algún credo (sobre todo cristiano), y que por medio de su fe, su oración y la
imposición de sus manos logran también que ocurran curaciones milagrosas. Muy
cerca de los sanadores, está la devoción en los santos a cuyas reliquias e
imágenes se les atribuye un poder curativo milagroso. Este fe ha sido, desde
antes de la edad media, un rentable negocio para organizaciones religiosas y
estafadores.
6. Ensalmadores o rezanderos. Su poder curativo
está basado en el poder mágico de las palabras de ciertas oraciones, casi
siempre secretas, que recitan en silencio o que mascullan al lado de sus
pacientes humanos o animales. Los buscan para tratar dolencias específicas:
parar hemorragias, sacar el "mal de ojo", quitar los gusanos o nuches, etc. Al
parecer, su tradición se remonta a la conquista, cuando su saber llegó del
continente europeo acompañando a las huestes españolas. Muy famoso en nuestro
medio, el policía del municipio de la Estrella, cuyo prestigio se extiende más
allá del departamento de Antioquia, que es además una buena mezcla de
ensalmador, huesero y tegua.
7. La nueva espiritualidad. Otra expresión de
la cultura de la llamada nueva era, con su actitud "light" y sus pretensiones de
trascendencia. Aquí se agruparían numerosas sectas espirituales, algunas
antiguas y otras de nuevo cuño, que ofrecen "salud" para el alma y la mente, con
recursos extraterrestres, esoterismo, maestros ascendidos, geomancia,
meditación, relajación, inciensos, velas, piedras y un sinnúmero más de
subterfugios, para todos los gustos y necesidades. Aunque entre estas tendencias
milenaristas se incluye algunas sectas con francas manifestaciones de
sicopatología social, como los grupos satánicos, su amplia distribución y
reconocimiento por los diversos sectores sociales invita a reflexionar sobre su
significado y valor para los diversos grupos humanos.
D. ELEMENTOS MIXTOS
1. MEDICINAS ALTERNATIVAS. Aunque la mayor
parte de sus practicantes son profesionales egresados de las facultades del
área de la salud oficialmente reconocidas, mucha parte de sus métodos y
procedimientos terapéuticos provienen de sectores populares y tradiciones
médicas propias y foráneas: el uso de plantas medicinales, sanaciones, rituales,
masajes, acupuntura, etc., no todos validados científicamente. En este sentido,
las medicinas alternativas o bioenergéticas como mejor se les conoce entre
nosotros, no logran el estatus científico y por lo tanto, no se les reconoce de
buen agrado a nivel académico. Hasta hace muy poco, su práctica, aunque
ampliamente difundida, no gozaba de reconocimiento legal, el cual sólo permite
su ejercicio a profesionales médicos. Aunque muchos de sus componentes tienen
indiscutible eficacia terapéutica y un gran valor científico, las medicinas
alternativas no logran aún un riguroso desarrollo clínico y experimental entre
nosotros, indispensable para su validación universal.