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sábado, 8 de septiembre de 2012

¿Qué es mentir? ¿Porqué mentimos?

 
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Estaba llegando a mi casa y me encuentro con mi hija, quien justamente iba saliendo.
 Me doy cuenta que está abrigada con mi amado poncho; la miro fingiendo enojo, ella sonríe cómplice y me dice con una expresión adorable: … “es que Papá, tu poncho es tan calentito, rico… ¡me encanta!”
Iba donde su abuela y allá se quedaría a dormir.
“Quédate tranquilo que mañana te lo traigo”, me dio un beso y se fue.
Pasaron algunos días y pasé a visitar a mi suegra y de repente me doy cuenta que mi preciado poncho estaba tirado en una pieza, arrugado y triste.
Llegando de vuelta a mi casa llamé a mi hija a su celular y le pregunto por mi poncho. Yo estaba muy molesto.
 Ella me dice:
“Ah, sí. Mira, no te preocupes, lo estoy usando ahora y en un ratito más, cuando llegue a casa te lo entrego”
 “¿Entonces de quién es este poncho arrugado, igual al mío y que hace una hora vi en la casa de tu abuela?”, le pregunto.
 Mi hija mintió.
Después de las típicas rabietas lo conversé con ella. Me decía que para ella eso no era mentir, que sólo fue para evitar que yo me enojara y la retara por teléfono y que finalmente igual me hubiera llevado el poncho ¿cuàl era el problema? ("Más vale una mentira que te haga feliz que una verdad que te haga llorar")
Mentir para ella correspondía a algo más grave
Tal vez tenía razón, sin embargo igual le pregunté:
“y qué habría pasado, si por ejemplo tú llamas a Javier (su enamorado), le preguntas con quién está y el te responde – con mi papá –  y por casualidad al otro día te enteras que Javier en realidad estaba con Rodrigo, un amigo al quien tu apenas conoces y que a lo mejor te produce desconfianza.
Entonces cuando hablas con Javier él te dice que lo hizo para que no te molestaras o le discutieras por teléfono.
 ¿Te daría igual?,¿lo entenderías?
 Seguramente no y en ese momento la confianza sufrirá irremediablemente una trizadura.
Entonces ¿qué es mentir?
Podríamos decir que mentir es un acto de engaño según el observador que somos, lo que es mentira para mi puede no serlo para otros.
 Esto significa que la distinción del mentir depende de nuestra escala de valores.
 - Yo le mentí a fulano para no causarle un problema
-  Yo le mentí a mi mamá para que no que se amargara.
-  Yo le mentí a mi papá porque de lo contrario no me hubiera dado dinero.
-  Yo le mentí a mi jefe, porque se lo merecía.
Mentimos cuando por medio del engaño conseguimos algo que nos falta y que otro puede darnos, y esto no sólo concierne al fenómeno del dinero sino a cualquier necesidad que satisfacemos por medio del engaño.
Los seres humanos mentimos constantemente, basta observarnos en lo que hacemos para ir descubriendo las pequeñas mentiras cotidianas. Esto sucede constantemente y la mayoría de las veces ni siquiera lo reparamos, porque esas mentirillas las consideramos necesarias, nos evitan problemas mayores y además no son “tan graves”.

Lo que para nosotros no es tan grave para los otros sí puede serlo, basta observar la reacción de alguien que nos descubre para que a su vez nos invada de inmediato la vergüenza. Porque la mentira por muy pequeña que sea está hablando a gritos de nosotros mismo y para peor otorga una licencia inmediata para que el otro también nos mienta. Tú me mentiste, yo te miento.
La mentira es una emoción. Es la emoción del engaño.
La emoción de mentir tiene siempre como compañero al miedo. El miedo de ser descubiertos. El miedo a que nuestra imagen se derrumbe.En una palabra: el miedo a las consecuencias.
Después de mentir concientemente a alguien que queremos, nada será igual.La emoción de mentir es tan dañina como el resentimiento.
Nos mentimos también así mismos y nos prometemos hábitos y cambios que no cumplimos.
Cuando mentir no nos duele, lo hacemos habitualmente y corremos el riesgo enorme de acostumbrarnos cada vez más a ello. Las mentiras suben de tono y las consecuencias cada vez serán peores. Sostener una mentira en el tiempo puede transformarse en una verdadera pesadilla. El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera.
Las estafas o la infidelidad por ejemplo, son mentiras peligrosas. Podemos perder nuestra libertad, o perder a quien amamos y dañar irremediablemente al prójimo.
 La mentira es un acto temerario al cual nos podemos volver adictos.¿Qué podemos hacer frente a ella?

El gran Mahattma Gandhi escribió el siguiente cuento acerca de la mentira:

La Mentira Descubierta
(Una historia de Mahatma Gandhi)
Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado en las afueras, a 18 millas de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar.
Estábamos el interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.
Un día mi padre me pidió que le llevara a la ciudad para asistir una conferencia que duraba el día entero y yo aproveché esa oportunidad.
Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes, como llevar el auto al taller.Cuando me despedí de mi padre él me dijo: Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos.Después de completar muy rápidamente todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano. Me concentré tanto en la película, una película doble de John Wayne, que me olvidé del tiempo.
Eran las 5:30 p.m. cuando me acordé. Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p.m.
Él me preguntó con ansiedad:
  - ¿Por qué llegas tarde?.
Me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne; entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar... esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.
  - Algo no anda bien en la manera como te he criado puesto que no te he dado la confianza de decirme la verdad. Voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo. Voy a caminar las 18 millas a la casa y a pensar sobre esto.
Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que no estaban ni pavimentados ni alumbrados. No lo podía dejar solo... así que yo conduje el auto 5 horas y media detrás de él... viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho.
Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir. Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso... Si me hubiese castigado de la manera como nosotros castigamos a nuestros hijos ¿hubiese aprendido la lección?.
¡No lo creo! Hubiese sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo. Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer.
¡Éste es el poder de la vida sin violencia!


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