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miércoles, 24 de octubre de 2012

LA AMISTAD SANA ES CONDICIONAL

Posted in General  by: Oscar Capobianco
Septiembre 17th, 2009
Tenemos muy arraigada una idea cristalizada sobre la amistad. Algo que fue repetido más por herencia cultural que por convicción y lo decimos con frecuencia como un verdadero axioma: El amigo tiene que ser incondicional.
Y yo, aquí, voy a disentir totalmente. Voy a provocar, sin buscarlo ni quererlo, una serie de objeciones de los más ortodoxos o seguidores de máximas y mandatos sociales. Esa gente que vive con el manual de conducta heredado, más que siguiendo su convicción, como si lo que le enseñaron alguna vez, fuera un mandamiento divino que hay que cumplir so pena de ser castigado por los dioses.
La amistad sana es condicional. Responde a ciertas condiciones, porque debe preservar un derecho indiscutible e individual: ser cómo cada cual decida, sienta o elija ser como amigo.
De lo contrario, le estaríamos imponiendo una obligación caprichosa y una rigurosidad que sólo parte de nuestro deseo o idea “idealizada de la amistad”. Cada amigo es parcial y cómo es, y da como puede. No está en falta, no está mal ni en deuda de reciprocidad con nosotros porque le tenemos afecto. Él es sincero, no se obliga, se respeta a sí mismo antes que a nosotros, y esa es una prueba de su dignidad moral primigenia. Un derecho absolutamente merecido por su autodeterminación, más noble que el sometimiento a reglas. Esa persona que elige ayudar o no, colaborar o abstenerse, no es inferior a la Madre Teresa de Calcuta. Es otro y no el insigne personaje, tan admirable que nombré. No tiene que parecerse, ni siquiera sufrir por no acercarse a ese apostolado. Cada uno siente y hace según sus propios valores y lo que le dicta el corazón, pero siempre con mesura y el apoyo valioso de la razón equilibrada y no del apasionamiento insensato y primario del que da de más y después lo reclama.
Mi visión de la amistad, una cualidad o virtud desinteresada que entiendo como muy hermosa dista, sin embargo, de ser la convencional. Hace tiempo que no pretendo, ni pido, ni me enoja que un amigo no responda o me niegue algo. Eso me hace crecer, me recuerda la dignidad humana, la libertad individual que siempre debe estar antes que la obligación.
Y si me perdonan, una confesión personal, les cuento que ya hace mucho que no hago nada que contraríe mi sentir. Aún a riesgo de “quedar mal”, de que me tilden de “egoísta” o que el solicitante del favor, se “enoje”. Es su problema. No mi falta. Es su postura inflexible, no mi sinceridad insobornable, la que estuvo en juego. Y así duermo en paz, sin problemas de conciencia.
Aprendamos a pedir o esperar menos de la amistad y no seremos defraudados. Nadie da algo bueno si lo hace forzado por una u otra razón del convencionalismo social o moral. Termino mi reflexión afirmando que para mí, la amistad sana es condicional. Puedo escuchar otras opiniones, pero no cambian mi convicción.


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